lunes, 23 de septiembre de 2013

EL RASTREO O LA PASIÓN POR EL JUEGO

El perro rastreador debe tener varias cualidades. Debe ser un buen perro de cobro, dar muestras de tener una gran robustez física y estar dotado de potentes cualidades olfativas. Pero también debe sentir pasión por el juego pues esa es la base del adiestramiento. Después de haber aprendido a resolver a la llamada de su dueño, a andar al paso, a sentarse, quedarse tranquilo, el joven perro aprende las primeras lecciones especializadas jugando con la droga... pero sin que ello suponga ningún peligro para la salud.
En una bolsa de nylon introducida en un tubo de PVC, uno de los materiales más duros, se pone un poco de hachís. El tubo en cuestión, tapado en sus extremos y con minúsculos agujeros, se rodea con una hoja de poliuretano y se envuelve en una tela de algodón, para que se parezca lo más posible a los juguetes para perro. Acostumbrado al olor de droga, el perro debe encontrar su juguete favorito escondido de un modo cada vez más difícil: en los asientos, los faros, los embellecedores o el filtro de aire de un coche.
Para el perro, este rastreo sólo es una excelente ocasión de jugar con su dueño.

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