El cachorro llegado a una familia humana a la edad de seis a ocho semanas está impregnado de la especie humana y conocerá las mismas etapas de desarrollo.
Ahora bien, lo más frecuente es que se encuentre con un entorno que no sabe respetar las exigencias de su socialización y pone las relaciones afectivas por encima de todo. Así, la jerarquización centrada en la comida se realiza mal; los dueños piensan que el cachorro tiene hambre y debe comer para encontrarse bien, por lo que le dan de comer en cuanto lo pide. Tampoco reprimen los mordisqueos a causa de la leyenda de que así "se hacen los dientes".
La situación llega al colmo cuando el macho adolescente sigue recibiendo caricias por parte de la dueña y duerme en la habitación de ésta. Tales errores, involuntarios pero muy extendidos, dan lugar a muchos de los desequilibrios del comportamiento.
Ahora bien, lo más frecuente es que se encuentre con un entorno que no sabe respetar las exigencias de su socialización y pone las relaciones afectivas por encima de todo. Así, la jerarquización centrada en la comida se realiza mal; los dueños piensan que el cachorro tiene hambre y debe comer para encontrarse bien, por lo que le dan de comer en cuanto lo pide. Tampoco reprimen los mordisqueos a causa de la leyenda de que así "se hacen los dientes".
La situación llega al colmo cuando el macho adolescente sigue recibiendo caricias por parte de la dueña y duerme en la habitación de ésta. Tales errores, involuntarios pero muy extendidos, dan lugar a muchos de los desequilibrios del comportamiento.
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